miércoles, 13 de septiembre de 2017

Fallece Benigno Gómez, Maese pintor hondureño

De igual manera que las puertas de madera talladas con motivos mayas de Copán, crecí relacionando Honduras -o la idea de ella- con las pinturas de Benigno Gómez. Su estilo figurativo se entremezclaba con aquel discurso insistente de que Honduras era un oasis de paz en medio de la guerra que desangraba a nuestros países hermanos de Centroamérica, pero una vez que el tiempo hizo las distancias debidas, su obra recaló en mí con una serenidad que me decía que esa Honduras era desde la cual debíamos partir, llena de colores y actitudes sencillas que no debían, por ningún motivo, llegar a ser modosas ni súplicas folclóricas. Esa ética que flota en toda su obra, intenta decirnos que los orígenes nuestros no solo fueron la patria de la dulce espera entre pinares sino que también, la que con espíritu creador puede darle un vuelco a la mancha espantosa que Zelaya Sierra nos mostró en su cuadro Hermanos contra hermanos.





Para muchxs hondureñxs, por igual, Benigno Gómez estaba relacionado con los bancos, instituciones que, en su afán de crearle idea de identidad y hondureñidad al capitalismo depravado, se convirtieron en depositarios, museos y albaceas de muchas de sus pinturas. Me recuerdo muy niño repasando y tratando de descifrar el mensaje de aquellas palomas sin mensaje bancario pero sí de promesas de una Honduras donde las aguas bajarían.., algún día. Mi abuela, adusta, me daba señales con sus ojos para que no me atreviera a tocar la textura de las pinturas  y yo me quedaba con la sensación que sentía cuando la misma abuela -quién más- colgaba velos y adornaba el nicho del Santísimo en Sabanagrande. ¿Acaso no flotaban como un velo todas esas palomas? ¿Acaso no lavaban mis ojos las mismas mujeres encorvadas en los ríos del sur? Un artista está en el deber de crear tales significados en su obra que, al final, su obra logre separarse de él como la muda de caparazón en los chiquirines * de abril, y que una vez alcanzada esa transmutación, la ética sea la que flote ante nuestros ojos, con todos sus colores y evocaciones. Estoy seguro que el Maese Benigno Gómez lo logró y creo que esa virtuosa cadencia de su pincel alcanzó a romper el hechizo naif que en principio flotaba en mí, como reflejo inmaduro de otro niño en otra Honduras.



Benigno Gómez nos deja su vuelo. La nueva generación de pintores y pintoras hondureñas están ahora en el deber de entender su sentido de trascendencia, su capacidad de estudio y observación del alma hondureña, su imperturbable pararrayos ante el acoso tormentoso de la moda.
Texto y foto: Fabricio Estrada


F.E.

* Cigarras


Benigno Gómez
Nació 17 de enero de 1934 en Naranjito, departamento de Santa BárbaraHonduras. Actualmente reside en Tegucigalpa.

Estudios

Egresó en 1957 de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Honduras, donde estudió gracias a una beca de 25 lempiras mensuales. A los 16 años ingresó a la academia que dirigía Arturo López Rodezno, finalizó su formación bajo la dirección de Samuel Salgado, quien lo dejó trabajando en ese centro artístico.
En 1960 se le abrieron las puertas para viajar al extranjero y seguir sus estudios con una beca. En 1966, retornó a Honduras procedente de la Academia de Bellas Artes de Roma, en Italia.

Trayectoria artística

Algunos puntos esenciales respecto a su estilo. En efecto, el elemento figurativo empleado por él sigue el natural, no el onírico o paradójico que se observan en los principales creadores de la escuelasurrealista, principalmente Dalí y Ernst.
Hay un detalle que es infaltable en sus cuadros y que viene a ser algo así como un lopograma. Nos referimos a las palomas. Como su principal preocupación es presentar figuras humanas en medio de la naturaleza, aquellas aves forman parte de la circunstancia, al principio las puso como una evocación agradecida de las que tallaba cuando fue niño y en cuyas alas voló a Tegucigalpa.

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