viernes, 31 de marzo de 2017

Siria: los primeros nueve días de la guerra en Aleppo

Todo empezó como si nunca se imaginaran la destrucción total que ahora reina en Siria. Casi como un juego, casi como una pelea de barrio contra barrio. Este corto muestra cómo se sintió desde las casa, desde los vecinos, el inicio de una guerra que parece no acabar. Grabada en Aleppo (en aquel entonces, 2011, intacta), todo parece ser pasadero hasta que se ve el primer muerto de la cuadra y el relevo de los nuevos combatientes "experimentados", los extranjeros chechenos, iraquies, argelinos, egipcios, en fin, toda la invasión denunciada por los civiles que señalan hacia Qatar y Arabia Saudita como principales promotores de la vorágine.

Un gran documento este video. Por sencillo, por cotidiano, por inexorable.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Evaristo López - Entrevista


Entrevista que le hace diario El Heraldo al Maese Evaristo López, mi impresor y mecenas parcial -algunas veces- y total, en otras. Ya perdí la cuenta de cuántas veces él contribuyó de manera directa en los proyectos de mi generación; saber que cerró la imprenta me llena de una melancolía profunda.
Foto: Fabricio Estrada



http://www.elheraldo.hn/revistas/tic-tac/1049631-466/evaristo-l%C3%B3pez-el-retratista-que-abandon%C3%B3-el-derecho-por-la-imprenta

viernes, 3 de marzo de 2017

Pólvora serás, cuento - Fabricio Estrada, Honduras

 

 Este es el relato que la revista Maga, de Panamá, me publicó el pasado diciembre 2016. Agradezco a su director, Enrique Jaramillo Levi.

 

Pólvora serás

Por Fabricio Estrada
(hondureño)
I

Algo irreprimible le hacía leer cada pedacito de noticia que restaba de los petardos.
Siempre fue así, desde que aprendió sus primeras palabras en la escuela, sentía una especie de humo denso en la cabeza cuando las barrenderas iban con sus escobas por las calles después de cada veinticuatro de diciembre. Se preguntaba ¿y si la noticia más importante se está yendo a la basura? Entonces se interponía entre las escobas y agarraba puñados de esas florecitas reventadas en que se convierten los diarios hechos petardos y leía, leía ávidamente en voz alta …ganancias para la compañía, algo… a caballo entre la reinvención y la gloria… como ahora ¿pero sentimos el sentimiento del que sufre?... la conciencia popular con su ejemplo… el traje típico que modelará durante… las barrenderas le daban escobazos en las piernas mientras él iba metiendo el papel en una bolsa plástica y corría con ella hacia el patio de su casa.
Con las manos grises por los residuos de pólvora, desdoblaba los papeles y los desplegaba en un orden inexacto pero con mucho sentido para su ansiedad. El asunto era serio. Una compañía debió de crear algo importante, a caballo entre la reinvención y la gloria, algo que podrá darle a la humanidad la capacidad de sentir el sentimiento del que sufre y que entrará a la conciencia popular como un traje típico bien modelado representa a cada país. El sabor ferroso de la pólvora inundaba su desayuno. Tan deprisa como podía, tragaba como gigante y saltaba hacia la calle sintiéndose un cohete silbador de los que seguían escuchándose por todos los barrios de la ciudad.
Supo dónde reunían los bultos de papelillo más grandes por la lógica de dónde habían tronado con mayor fuerza los morteros y las cebollas. Y ahí estaban, sí, casi cordilleras hechas picadillo, los miles y miles de fragmentos y la posible gran noticia que sólo él podría descodificar. Se lanzó a reunir lo que pudo. Encontró muchos petardos sin reventar y sacando una cajita de fósforos, reventó cada uno de ellos con la ansiedad más desconcertante. Las señoras se reían desde las puertas de sus casas; escobas en mano también, apenas alcanzaban a decirle que no regara nada y que tuviera cuidado en reventarse él mismo los dedos. Él se molestó y les gritó que agradecieran lo que hacía, que les iba a dar una noticia un día de estos que las dejaría con las jetas abiertas. Ante esta respuesta una de ellas dijo, como si la intuición le susurrara algo: este niño sí que es chispa pero demasiado explosivo.
Y lo que dijo tenía mucho de razón, porque él sentía que sus venas eran como mechas y que la rabia fulguraba y encendía blanquísima en ellas si no comprendían lo que hacía. Ya su papá le había dejado ir varias tundas ante sus rabietas. ¡No lo ves! ¡No lo ves! ¡No me puedo concentrar si me están preguntando a cada rato!
Este bulto era prometedor. Los pedazos eran de morteros de a veinte y de a cincuenta. Muchas esquinas de publicidad, mucha sonrisa de misses y grandes extensiones de noticias de todo el mundo…la situación más complicada, ya que al mismo tiempo el origen de desplazados… la escalada de violencia por parte de… los congresos de ambos países se espera… el cual ya comenzó a pagarse… la agencia ACAN-EFE en horas de la noche… Hoy su madre y su hermana sentirán cómo su hogar se hace gigante… ¡Ahhhh, vaya! ¡Aquí está! Saltó por todos los cuartos y gritó desaforado a todos los que pasaban, tanto que tuvieron que calmarlo con profunda preocupación. Su mamá lo metió a la cama, dijo que tenía fiebre y no dejó de abrazarlo hasta no sentirlo absolutamente calmado. ¿Qué pasa, mi amor? Le preguntó. Con sus ojos en otra parte, él comenzó a decirle lo que ahora sabía. He leído casi todos los petardos. En los petardos se escondía una noticia que nos cambiará la vida. La mamá lo miró con ternura. ¿Para eso ibas a recoger todos esos papeles? Mi amor, sos tan bello. Pero al mirar que ella se enternecía con clara intención de considerarlo un juego inocente él se incorporó y se apoyó con tensión contra la pared; apretando sus labios le dijo: una súper compañía de investigación ha descubierto algo único, algo que tiene que ver con la forma en que sentimos el sufrimiento de los demás, no te riás… todos en este país cambiarán, los que se van del país regresarán todos al mismo tiempo y habrá mucha violencia, tanta que ni los congresos de los demás países podrán detenerla, lo pagarán, así lo informarán las noticias, por la noche, y vos y mi hermana, cuando lo sepan, sentirán que la casa se hace gigante gigantegigante. Abrió los brazos con gesto exagerado y su respiración se volvió agitada. Al comprender que era mala idea contradecirlo, su mamá lo dejó, fue hacia el patio y barrió con cuidado todos los restos que estaban regados. El olor a pólvora era penetrante así que roció desinfectante y lavó a profundidad el resto de la tarde. Nunca más pudo quitarse esa extraña sensación que le quedó de las palabras de su hijo. Ni el olor a pólvora de sus manos.
II
Reventaba a cualquiera por dos mil bolas o menos, según la necesidad. Luego los envolvía en papel periódico y los sellaba con masquintei. Así los encontraban al día siguiente y nadie imaginaba lo que ocurría cuando la última vuelta de la cinta apretaba bien el cuerpo: el sicario leía cuidadosamente las noticias que cubrían su encargo y anotaba en una libretita lo que leía …sin embargo comenzaría el juego de ida y vuelta… en un video publicado en las redes sociales… debido a la tardanza en la ratificación del protocolo… súper mega rematón… en busca de un candidato único… Luego de darle vuelta y revisar una y otra vez la noticiosa mortaja, se largaba de ahí pensando siempre que, viéndolo bien, el despachado parecía de largo un enorme petardo. Llegaba a su casa y se acostaba de inmediato. Soñaba que le ponía una larga mecha a uno de los tantos que había matado y que luego soplaba -con paciencia cercana al amor- la pequeña chispa que se iba agrandando y aligerando hasta detonar al muerto. PUM y los papeles flotaban y él corría casi como bajo el agua, despacioso, casi una escena melancólica que le angustiaba mucho porque trataba de leer lo que estaba escrito en los pedazos y no podía.
Por eso amanecía de muy mal humor. Repasaba lo anotado en la libretita, pero lo que resultaba de la descodificación no le daba continuidad a aquello que creyó revelador de niño. ¿Qué diablos podría significar que el juego de ida y vuelta comenzaría y que se vería en un video en Facebook? ¿Quién se estaba tardando en el protocolo por causa de las ventas extraordinarias? ¿Quién era ese candidato único? Apartaba las hojas de los periódicos que inundaban el taller de cohetería. Despacio, como lo hacía cuando pensaba profundamente. Ese era su ritmo desde que decidió meterse al negocio de la pólvora. Tomaba las tijeras con firme lentitud, y recortaba patrones justo a la medida del petardo que multiplicaría por miles, y no dejaba de observar las noticias y anuncios hechos trizas, aunque poco a poco sintiera que iban importándole menos. Debía hacer lo suficiente para vender toda la pólvora que acumulaba en la bodega, hacer que su madre y su hermana se fueran lo más pronto al puesto del mercado antes que llegara la competencia y la policía municipal a decomisarles el esfuerzo. Desde que murió su padre  tuvo que redoblar su capacidad de apretujar la pólvora. Su padre nunca estuvo de acuerdo en que pusiera un negocio que apenas duraba un mes y eso se lo pasaba repitiendo día tras día. Así fue como se encendió esa chispa que buscaba camino en la noche hasta estallar en la nuca del cliente de turno. Un mes sosegado y once meses desatado, se decía para adentro, no hay de otra, hay que buscar un cuerpo donde meter tanta pólvora encapsulada dentro de uno. Su padre nunca estuvo de acuerdo, ni cuando le contó del primero, ni cuando le contó del séptimo, ni cuando llegó a contarle del treceavo. Lo miraba con rabia y asco en medio del almuerzo, cuando raspaban el plato con una tortilla quemada y al fondo, la radio decía que habían encontrado otro cuerpo envuelto en papel periódico. Murió con ese azufre en las últimas palabras que le dirigió: te van a buscar, sufrirás lo que sufrieron ellos, vos serás la noticia, cabrón.
Vio cuando los ojos de su padre se fueron secando y salió rápido del cuartucho a avisar que ya se había muerto el viejo. Cumplió con cargarlo junto a otros vecinos, cumplió con enterrarlo y recibir condolencias, luego regresó a la bodeguita para seguir liando petardos hasta muy tarde, tan ensimismado estaba que dieron las seis de la mañana del siguiente día y apenas escuchó que algo había golpeado contra la puerta que da a la calle. Fue a abrir y se encontró con el cuerpo de su padre medio envuelto en periódicos llenos de tierra. Tierra fresquita. Negra. Se paró despacio a mitad de la calle para ver quién pudo ir a desenterrarlo. Su madre y hermana salieron a prisa a gritar el espanto y él no se inmutó. De pronto le vino todo el sueño que debió tener la noche anterior pero aun así tuvo las fuerzas para levantar el cadáver y ponerlo sobre una banca en espera de que los vecinos llegaran a ayudarlo. Fingió no escuchar nada cuando las doñitas empezaron a decir algo sobre el cuerpo envuelto en periódico, aunque le entró una gran curiosidad por ver qué noticias traía el cuerpo del más allá. Leyó despacio con un genial juego de luces… quería apartarse de los dramones familiares… si en persona ella resultase radicalmente distinta… los choferes tienen que descontar los gastos de gasolina… el diaconato femenino revelará… Nada nuevo para él que ya estaba poniéndose harto de esa manía descifradora. Volvieron a enterrarlo y de nuevo le regresaron el cuerpo a la puerta de la bodega, esta vez con el empapelado finamente hecho con cientos de recortes de pistolas salidas en las noticias. El rostro de su padre al descubierto, con su verdosidad porosa, daba una impresión que él no había sentido hasta ahora. Era lástima, era mutuo acuerdo en los ojos. Por fin se comprendían y ya era la hora que vinieran por él.
Fue en busca de su libreta y anotó las oraciones que leyó. Se desligó del segundo funeral y de los desgarradores gritos de su hermana que le decía que no podía dejarlas solas con ese dolor, que dejara de estar enrollando eso, que ya nadie le compraría. En ese momento cerró los ojos y se imaginó que sería mejor que en lugar de tierra cubrieran el cadáver de su padre con toda la pólvora que tenían allí para luego prenderle fuego, el fuego más breve e intenso que evitara un nuevo desentierro. Pasó la mañana y comenzó un calor infernal. Su madre y hermana se había encerrado en el cuarto detrás de la bodega y murmuraban lo que ya murmuraban en el barrio, que los iban a matar a todos por todos los que había matado él, que se habían dejado venir unos mareros desde el norte con el único fin de reventarlo y que con él se irían ellas también.
Cuando se escuchó el motor de la moto él había tomado una biblia y la hojeaba por el puro placer de sentir ese papel que no aguantaría ni para hacer unas chispitas del diablo. En la moto venían a toda velocidad dos sicarios que se cubrían el rostro con primeras planas, apuntaron sus akas y la lentitud fue tal que las chispas de las balas pudieron servir para ponerlas de estrellas sobre un árbol de navidad, tan lentas que las tomabas en el aire y sentías sus puyitas, tan precisas en buscar el grueso del polvorín que cuando todo estalló y él giró su rostro hacia atrás pudo ver a su hermana y su madre corriendo hacia el baño haciéndose gigantes junto a la onda expansiva de la casa mientras él se convertía en estatua de pólvora.
Eso fue lo que encontraron y lo que un bombero convirtió en viral en las redes sociales, una estatua perfecta de negra fragilidad a la que el primer viento hizo desaparecer. 

Otro Lunes me publica un cuento



Desde hace varios años, y paralelo a la escritura de poesía, he venido escribiendo relatos. Los he guardado como una lectura de mi propio diario, como un guión personalísimo donde esbozo historias que me rondan en sueños y que expanden ciertos narrativas que desbordaban mis poemas. A partir del año pasado decidí publicarlos más allá de los tres relatos que haya publicado discretamente en este blog. La revista Imaginación, que dirige Julio Escoto en San Pedro Sula, Honduras, me publicó en el 2015 El movimiento de los chasis, Maga -dirigida por Enrique Jaramillo- me publicó el pasado diciembre el relato Pólvora serás, en Panamá, y ahora, gracias a la puntual recomendación del poeta y ensayista méxico-salvadoreño, Antonio Cienfuegos, la revista Otro Lunes, de España, me publica el relato La cabeza.

Les invito a pasar:

http://otrolunes.com/45/en-la-misma-orilla/la-cabeza/

Mayra Oyuela, Honduras - Reseña de Gustavo Campos

Todas las Mayras en Mayra. Por Gustavo Campos

"La belleza está por encima de la lógica"



Roto ya todo lo íntimo en mí,
he de saberte andar, mundo.
Mayra Oyuela 

En los primeros poemarios de Mayra Oyuela las imágenes invaden y sacian (atiborran) su discurso poético, aunque en sus poemas encontramos pasajes que se apoderan de nosotros. Esos versos corresponden a una irrupción espacial instantáneo y no discursivo, lo que Pound definiría como un “complejo intelectual y emocional en un instante de tiempo”, habiendo, en sus primeros poemarios, la prescindencia del concepto racional del tiempo, pues el orden lógico del discurso narrativo se ha yuxtapuesto. Por otra parte, es de esa vitalidad y afluencia poética desde donde reflexiona desde hace 8 años cuando publicara el poema “Tranviaria”: “No necesito ser el poeta sino el poema/ la belleza está por encima de la lógica de cualquier poeta”. El tiempo ha pasado y con él ha llegado la madurez de la poeta Oyuela. Si antes observábamos cierto descuido en la elaboración conceptual y musicalidad de sus versos, efusivos, que, sin embargo hacían eco y movimiento de estos tiempos posmodernos, ahora hacen gala de un mejor balance fónico y metafórico, con mayor cuidado; de corte iconoclasta, pero siempre bajo ese diálogo del hombre/ mujer con su tiempo. Ahora, en su nueva poética, su voz se ha vuelto introspectiva, que se complementa con sus transparentes tonalidades. Hector Leyva, en “La emoción moral en la escritura lírica” del libro Imaginarios (sub) terráneos, y Helen Umaña, en La palabra iluminada, destacan que aún encuentran en las propuestas actuales resquicios de lo que han denominado, ambos, una “visión abrumadora de la vida” y “sobrepeso existencial”, una “capacidad de volcarse al autoanálisis” y “desazón existencial”, lo que el siguiente fragmento nos pone en horizonte: 

Roto ya todo lo íntimo en mí,
he de saberte andar, mundo,
con los puños cerrados en señal de auxilio y no de defensa
cerrados para llevar en ellos el resto de aire
que no supo caber en mis pulmones.
En la imperfección está lo bello.

A sus 34 años se enfrenta a un diferente estímulo creativo, complementario. El efecto de la madurez en Mayra es manifiesto y ha convertido su poesía en un medio vivo, consistente y avanzado desde un punto de vista, y, por otro, desconcertante y formidable, y en su poemario “Agua mala”, el laconismo y contundencia aparecen en la mayor parte de su libro, el cual se divide en tres partes. Es música. Timbran sus palabras. Repercuten. Analizan. Reflexionan. Hieren. Y es a esta poeta, como diría Eliot, donde recae cierta gloria, la gloria de cualquier nación que es producir un arte que pueda ser exportado sin que avergüence su lugar de origen. Los lectores de poesía lo sabemos. La hemos redescubierto. Ya no estamos ante los aciertos de algunos versos -como diría Pepe Luis Quesada en un auto prólogo a su antología de poesía La memoria posible en un acto de honestidad y humildad que, aseguraba, un verso recordado es como un mundo ganado- sino ante el trabajo de alguien que no solo causa agrado, sino que debe respetarse como una gran artista. Y ella es una de las voces que mejor representan no solo a la poesía hondureña actual sino a la regional, y, me atrevo a decirlo, a irse integrando de una vez entre las voces más significativas y sustanciales de Latinoamérica. "Cuando la cima queda en el fondo del mar" hace uso magistral de un paralelismo rítmico, en direcciones opuestas, ambos personajes son reflejo del otro: el agua como elemento reflector; pero también de una hondura reflexiva que puede paladearse entre susurros para captar su musicalidad. En el caso de "En mí las aguas que recorren la ciudad" concluye con una inesperada equiparación mesiánica con nuestra historia actual como referente, sin volverse referencial, adquiere unafuerza que ya le auguro un sitio en nuestra memoria. Claro que estas palabras las escribe su amigo, pero un amigo que siempre ha demostrado franqueza y honestidad en sus comentarios cuando del oficio se trata. He aquí, Mayra Oyuela, su técnica, su voz y sus medios (y miedos). No me extraña que un gran poeta como León Leiva Gallardo, y acucioso lector, haya emitido ese juicio sobre uno de los poemas antologados enTransfronterizas. Tampoco está de más mencionar a Elena Salamanca como una de las piezas claves en la selección de poesía centroamericana. A Carmina Estrada y Elena Salamanca mis agradecimientos por su avezado ojo lector. A Kalton Bruhl y Juan Ramón Martínez por abrir este espacio de difusión de las artes y la cultura. 

Nota: Magdiel Midence, Martín Cálix, Rolando Kattan, Salvador Madrid, Dennis Ávila, 
Karen Valladares, Ludwing Varela, 
inmediatamente antes que ellos Fabricio Estrada, Rebeca Becerra, Murvin Andino, entre otros, son parte de esta doble fluctuación generacional.



En octubre de 2016 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por medio de su editorial Ediciones de Punto de Partida, publicó la antologíaTransfronterizas/ 38 poetas latinoamericanas, compilada por la editoraCarmina Estrada. La revista Punto de Partida lleva dedicándose más de una década a la difusión de las nuevas producciones de las generaciones actuales (menores de 40 años). 

En el prefacio a Transfronterizas, la antóloga acota que son “varias las muestras antológicas de poesía y narrativa que han elaborado: de Alemania, Argentina, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Italia, Puerto Rico y República Dominicana; y de distintos estados de la República Mexicana.” Todo un trabajo académico con propósitos muy bien definidos.

La presente antología que reúne a 38 autoras latinoamericanas fue presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2016, una de las 40 actividades que ofreció la UNAM entre presentaciones de libros, encuentros y novedades literarias.

La Máxima Casa de Estudios permitió que los asistentes conocieran la oferta editorial de la universidad con la venta de 2 mil 500 títulos, 750 de ellos novedades editoriales de distintas temáticas. Estas actividades fueron organizadas por la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM. Algo de lo que deberían tomar nota las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) cuya oferta editorial no sobrepasa los 10 títulos al año. Lo cual nos indica que sigue siendo vigente la opinión del escritor argentino César Aira sobre que Honduras es “un país que no daba -ni da- mayores oportunidades al cultivo del intelecto”, pese a la reforma universitaria y su “nueva faceta académica”.

Son 11 las poetas centroamericanas incluidas en la antología. Entre ellas la costarricense Paola Valverde, la nicaragüense Alejandra Sequeira, la salvadoreña Elena Salamanca, la panameña Mar Alzamora, la guatemalteca Carmen Lucía Alvarado y la hondureña Mayra Oyuela (1982), todas nacidas entre 1980 y 1993.

¿En qué contribuye la publicación de esta antología? En varios aspectos. Uno de ellos, según los editores, es que no se trata de un libro “feminista” en el sentido convencional. Es una compilación que sirve como puente poético que borra el espacio fronterizo de toda una región hispanohablante donde convergen solidaridades y nuevos espacios de identidades multiculturales. Su impacto es importante porque suprime condiciones negativas de los mercados editoriales como la marginalidad en la que viven sumisos muchos de los países con índices bajos de lectura e ingresos per cápita irrisorios. Lo que la compiladora ha llamado “Transfronterizas” no es sino una dinámica que crea nuevos flujos de discursos poéticos y permite difundir lo que se escribe actualmente en América Latina. Todo ello corresponde a una especie de comunicación transfronteriza. Es una “publicación de un conjunto heterogéneo de voces que habitan una historia compartida y transitan el territorio de la lengua castellana”. Según Michel Serres, en estos tiempos donde la información y el saber fluye no puede hablarse nuevamente de fronteras, puesto que el antiguo principio se rompe y en este nuevo mundo se está dentro y fuera simultáneamente. Así que damos por acertadísimo el título de la antología. También cabe agregar que Ricardo Piglia, en Crítica y Ficción, propone a los escritores como estrategas en la lucha por la renovación literaria, en las que incluye algunas condiciones constantes como las ideológicas, teóricas, políticas y culturales; la misma Carmina Estrada hace mención de ello en el prefacio al libro al “reivindicar las preferencias o su gusto personal pero consciente de un factor tangencial determinante a la hora del proceso de selección”.

En el caso particular de Honduras, los poemas compilados de la poeta Mayra Oyuela -única hondureña incluida- la reafirman como una de las voces más importantes de su generación, no solo del país sino a nivel hispanohablante. Ya en 2011 había sido incluida en la antología del Fondo de Cultura Económica de México “Puertas abiertas” que compiló el Premio Alfaguara y Premio Carlos Fuentes: Sergio Ramírez. No en vano el poeta y novelista publicado por Tusquets, León Leiva Gallardo, hizo un breve y muy acucioso comentario sobre "Vi a una mujer emerger de la piedra", uno de los poemas incluidos en la antología Transfronterizas“es un excelente poema, intrigante, lleno de implicaciones no muy fáciles. Me impresiona el final que propone una nueva noción del "creacionismo" y lo dispone como es, de hecho. La mujer es la creadora, no la que nace de una costilla partida del hombre. El hombre, en este versado paraíso, nace de una partícula imperfecta que surge de su polvo. Se me hace que en un momento de misandria la poeta pensó que la partícula debía ser "imperfecta", curiosamente, lo que siempre se ha pensado de la mujer, según la cultura judeo-cristiana.


Vi a una mujer emerger de la piedra
vi a la piedra emerger de la mujer
vi su furia de tierra
su fuga de arena
su derrame de viento nostálgico.
Vi la distancia entre ambas
el abismo de los siglos
la mueca torcida en el golpe seco
de los confines.
Vi la tribulación,
lo cíclico de un mundo brotado de la tierra.
Pero la piedra que brota de una mujer
sabe vencer las masas de tiempo que la acongojan,
sabe lijar la fe del agua que labra la hendidura.
Para que sangre la piedra
primero debe sangrar la mujer
para que sangre la mujer
primero debe comer de la tierra
su partícula más imperfecta
y así parir hombres húmedos
que surjan de su polvo.


Cuando la cima queda en el fondo del mar
y el fondo es la cúspide de un universo oculto
porque este mundo de paradojas
asemeja la cima de un hombre
que escala a la inversa de otro que se hunde.
Porque la muerte de un hombre
no es sólo la muerte de uno, sino la muerte de todos los hombres.
Porque vivir es la causa
porque en paralelo vamos
dos que se buscan
y están de frente sin verse.
Dos corrientes en mutuo acuerdo
una gota que ronda el cielo
y otra que roza al suelo.
Y el centro de la vida es un árbol a la orilla de un río
Y no saber si las tristezas son más hondas que sus raíces
o es más hondo su reflejo


Toco el fondo del agua.
Hundido está en este vaso
todo mi ser.  
La verdad está arrepentida
Abatida la verdad
como una máquina de pájaros moribundos
que atraviesan mi sombra.

He tocado el fondo del agua
Lo he hecho.   
un bosque enfermo de lluvia negra son los recuerdos
un viento que silba muerte
un huracán oscurecido de arena son los recuerdos  
Reinos giratorios
golpean el infinito cuerpo proscrito del polvo.
Y me embosca un espasmo,   
y me embosca un ciclón.

Y nadie
absolutamente nadie
puede argumentar
que este sol hundido en mi pecho le pertenece.

Corrupto está mi amor
entre la tristeza y el olvido.

He tocado el fondo del agua
la fiebre profunda de un maremoto
atraviesa mi sombra
una máquina de pájaros moribundos



A Berta Cáceres

y olvido el agua del primer instante
Ahmad Al-Shahawy

En mí las aguas que recorren la ciudad:
agua subterránea
etérea
que desdibuja el paso de las gaviotas.
Agua eterna que labra la roca
difusa
agua que rompe en aguas.
Dramática agua
que come polvo
y recorre espaldas.
Agua que tatúa flores en las manos
desbordada.
Agua que limpia el barro de mis botas.
Acá toda el agua:
agua de miedos
de ahogos
de tinieblas.
Agua que aniquila
y bebe de sí misma
agua simplemente
agua viva o muerta.
Agua Zarca.
Agua que sangra agua.


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Mayra Oyuela
(Tegucigalpa, Honduras, 1982).
Poeta y gestora cultural. Ha publicado dos poemarios: Escribiéndole una casa al barco, Ediciones Il Miglior Fabbro, 2006; Puertos de arribo, Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, 2009; En preparación su poemario inédito “Agua mala”. Sus textos han sido incluidos en las siguientes antologías: Recopilación poesía andante, Editorial Pez Dulce, Tegucigalpa, 2004; Selección de poesía joven centroamericana Pez Dulce, 2005; Versofónica, 20 poetas 20 frecuencias, proyecto de audio, Tegucigalpa 2006; Papel de Oficio, Colectivo Paíspoesible- Secretaría de Cultura, 2006; 2017 Nueva poesía contemporánea, Buenos Aires, Argentina, 2009; 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana 2010Cantos de Sirenas, compilación iberoamericana de poesía femenina 2010, Cascada de palabras Cartonera 2010; Puertas abiertas. Antología de poesía centroamericana, FCE, México, 2011. Ha participado en los principales festivales internacionales latinoamericanos y en el Festival internacional 2010 Poeta por km2, Arrebato editores, Casa de América, Madrid, España. Textos suyos han sido traducidos al italiano y al catalán.



Por Gustavo Campos


Nota tomada del blog de Gustavo Campos, Narrador, Poeta y Ensayista hondureño. San Pedro Sula.



Ogum’s toques negros: el derecho a la invención. Reseña crítica, Ronald Augusto, Brasil



Hace más de treinta años – un poco más, un poco menos – se organizan y publican antologías de escritores negros brasileños. Muchas de esas obras también han sido o son editadas en el exterior, unas financiadas por universidades, otras por firmas editoriales atentas al mercado. Grosso modo, la literatura negra de exportación ha despertado el interés de lectores de Estados Unidos y de Alemania. La atención para esa producción proveniente de parte de pesquisidores, académicos y lectores obstinados, sea del área de estudios culturales, sea del área de la literatura propiamente dicha, renueva el apetito inventivo de los escritores ya conocidos y de los que se encuentran aún en sus primeros movimientos. Por otro lado, es notable cómo esas recurrentes colecciones, dependiendo del parti pris de lectura del organizador, sirven tanto al mantenimiento y a la consagración de nombres y temas relativos al asunto, como proveen nuevas perspectivas interpretativas al propósito de las fuerzas involucradas.

Desde la década de 1980, acompaño el surgir y la continuidad de esas antologías. Tomando como puntos de referencia  de ese recorrido libros como A razão da Chama (1986) y O negro escrito (1987), ambos organizados por Oswaldo de Camargo, pasando por las perdurables colecciones auto-gestionadas de los Cadernos Negros (copyright Quilombhoje, de 1978 hasta ahora) y llegando a la monumental obra Literatura e afrodescêndencia no Brasil: antología crítica (Ed. UFMG de 2011, que además de una centena de escritores negros, reúne 61 investigadores de 21 universidades brasileñas y extranjeras), arriesgo afirmar que, en buena medida, lo que se está tratando en esas obras es el esfuerzo de establecer, a partir de la deferencia, de un territorio escritural étnico-político en el cuerpo mismo de la literatura brasileña. En éste sentido es que muchas veces nos referimos a una “vertiente negra en la literatura brasileña” como si fuera una suerte de contraveneno.

Digamos que hasta Literatura e afrodescendência no Brasil (debido a su alcance la obra tiende a ser plural) me parece que el trazo distintivo de tales antologías es el de adecuación de los textos negros a la construcción del concepto. Los poemas, la mayor parte de las veces, siempre combativos, conforman una secuencia discursiva. En esas colecciones, los escritores presentan temas y lances textuales que denuncian un punto de vista culturalmente identificado a la afro-descendencia. Las voces textuales se diferencian más en el tono de que en las formas expresivas. Por eso mismo, la lectura de algunas de esas antologías, me causa la reiterada sensación de cosa vista y repetida al extremo. El tono del colectivo se proyecta sobre la irreductibilidad y lo idiosincrático de lo individual. Sin embargo, la poesía  tiene a ver más con el disenso de que con la necesidad de estrechar filas.

Y es la actitud crítica e intrépida en relación a eso,  que me agrada en la colección poética Ogum’s toques negros (2014). Identifico en el conjunto cierto astillar, la noción de que la supuesta unidad esencial de la producción negra en ámbito literario puede revelarse en verdad un espejo roto cuyos fragmentos constelares jamás se unirán. La colección organizada por Mel Adún, Guellwaar Adún y Alex Ratts  nace sobre el signo estético de la transnegresión, es decir, esa palabra-montaje creada por el poeta Arnaldo Xavier que a través de ella reivindicaba el derecho a la invención para la producción de los artistas negros, pero no en desmedro del texto contundente que pretende responder al horror de lo real; no. El lema transnegresor  subyacente a la colección Ogum’s toques negros convida  al lector a percibir que la autonomía estética y la radicalidad expresiva no excluyen la denuncia ni la problematización del racismo mientras perspectivas literarias y que, por lo tanto, las formas significantes no visan llenar vacíos  con esperanza de vislumbrar una cohesión original e inescapable entre los escritores.

Ogum’s toques negros relaciona algunos veteranos de la literatura negra (Éle Semog, Miriam Alves y José Carlos Limeira) con jóvenes poetas dispuestos a fastidiar  las piezas de ese ajedrez de tal manera que el tablero adopte otra configuración y nos predisponga a nuevos movimientos. En esa perspectiva, llamo la atención del lector para algunas transnegresiones, de determinados trabajos de la colección,  llevadas a cabo por eses autores en la estructura compositiva: evoco, por ejemplo, los poemas de Ari Sacramento que cantan a la musa homo-afectiva en pauta coloquial-irónica o satírica,  la reversión intertextual producida  por Mel Adún en ese canto paralelo que es su poema “Vou me embora para Oshogbo”  y donde devora por dentro la mítica “Passárgada” de Bandeira; los filosofemas   de la deriva en la poesía de Dú Oliveira que se entrega a los seixos  (guijarros) silenciosos del tiempo; los versos (des)medidos, libres hasta la médula del rebuscamiento métrico de Alex Simões; el puño sereno y contenido con que Henrique Freitas aprieta la caracola del poema, sus cortes concisos; la desmesura determinada, el poema a los saltos, los negros espacios infinitos del canto de Guellwaar Adún; las ofrendas a la manera de poemas de Lívia Natália, versículos expansivos resueltos en firme imaginación; y por fin, los nombres en sí, la escasa adjetivación, el poema sin parábola, sin inútiles curvas, las palabras con que Alex Ratts fabrica su concentrada narrativa y que forman la propia imagen-pensamiento de lo narrado.


Hay otros poetas en la colección y que no son desdeñables, entretanto yo no podría dejar de destacar aquellos que me parecen los más relevantes, teniendo en vista –por así decir-  la perturbación del acervo. Asumo mis opciones sin problema. Que el lector se sienta cómodo para reflexionar y replicar con relación tanto a los demás escritores reunidos en la colección, como a todo lo que afirmé temerariamente en ésta reseña.  Entonces, interrumpo por aquí mis comentarios con la convicción de que ese mismo lector cumplirá su parte en el juego estético-crítico leyendo, espero, el libro en causa y formando sus propias conclusiones.

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[1] Ronald Augusto es poeta, músico, letrista y crítico de poesía. Entre otras obras, es autor de:  Confissões Aplicadas (2004),de Costas (2012), Decupagens Assim (2012), Empresto do Visitante (2013) e Nem raro nem claro (2015). Despacha en blog www.poesia-pau.blogspot.com y escribe quincenalmente aquí http://www.sul21.com.br/jornal/