domingo, 20 de septiembre de 2015

Un dolor que se nos volvió documento en Honduras

Rigoberto Andrés*:

Hijo, es de madrugada, el insomnio y el dolor no me permiten descansar. Pienso en todo lo que soñé para ti. Vivir en una país que impulsara tu talento, tu creatividad. Vivir en un mundo que comprendiera tu sensibilidad en toda su dimensión. Diseñé para ti un entorno de amor y respeto. 

Recuerdo cómo tu padre y yo esperamos tu nacimiento, tan deseado. Cuando naciste, 15 de mayo de 1987, viniste al mundo con los ojos muy abiertos y con expresión de asombro. Te rodeaban todos los poetas amigos de Rigoberto, mi madre, mis tías. Y mi inolvidable amiga Iris, que más tarde sería tu madrina. 


Desde el primer día de tu amada vida, Rigoberto y yo forjamos tu espíritu como los orfebres tratan la filigrana, pusimos en tus manos las mejores obras de la literatura. Y tu, ay, siempre fuiste más sensible que todas/os y abrevaste en ellas la sapiencia y la sabiduría que te han caracterizado. Tu has hecho la lectura más incisiva y profunda de los acontecimientos de tu entorno. Has visto más allá de lo que otros no ven.


Hoy lloro por tu cautiverio. Y me duelen las entrañas y el alma. Sé, que de no vivir en un país como el nuestro, tu no estarías en la situación en la que te encuentras. Conozco tu pensamiento y tu desolación por vivir en una sociedad en la que la mayoría sufre la inequidad social. Sé que la desigualdad y la injusticia te golpean en lo más hondo. 


Rigoberto Andrés, la frase de Heliodoro Valle, La historia de Honduras puede escribirse en una lágrima, hoy la encuentro más vigente que nunca por que sollozo y me quejopor ti y por todas las madres que han visto cercenados las esperanzas de sus hijos.
Hijo mío, mientras viva, estaré a tu lado y lucharé para que este mundo sea mejor, más humano, para que el nuestro sea por fin un país.



Dra. Anarella Vélez.
Tegucigalpa, Honduras.

*
El terrible asesinato del abogado Eduardo Montes del cual es inculpado el joven Rigoberto Andrés Paredes -pruebas de video y supuesta confesión del hechor así lo indican-, ha puesto en el centro de la conciencia nacional el terrible dilema de la justicia en su deforme expresión hondureña.

Las declaraciones que aparentemente dio Rigoberto se elevan a interés colectivo por ser reivindicadas como acto político. ¿Las causas? La insoportable presión que vive la nación entera debido a la entronización de una dictadura que se burla, magnifica el desdén y saquea sin contemplaciones todos los preceptos éticos que pudieron ser concebidos para civilizar un país.

Rigoberto asume que lo hizo por todos y todas. Explotó. Y ante estas declaraciones todos explotamos con él, los de ambos bandos, porque los unos hemos elegido la movilización pacífica pero hemos sido apabullados con todo tipo de represión -política, paramilitar, económica, legal- sin saber encontrar unidad real y creativa ante ello y, los otros, porque no dan visos de comprender a qué extremos están llevando la indignación popular. Encontrarse de pronto en un callejón sin salida debería llevarnos a contener la acumulación de tensiones que ya reventó con este caso cuya raíz se inflama en la protección legal y política que se le está dando al caso de la acusada Lena Gutiérrez, vice presidenta del Congreso Nacional, acusada junto a su familia de vender al Estado óvulos que en lugar del medicamento fueron envasados con harina y, por lo cual, hay muertes de pacientes como muertes (casi 3000 víctimas directas) se han comprobado como consecuencia del saqueo del Instituto Hondureño de Seguridad Social. ¿Para qué fue el saqueo? Para financiar la campaña del partido nacional que hoy sostiene en el poder a juan orlando hernández.
El reclamo de la CICIH para Honduras, luego de inmensas movilizaciones ciudadanas anti-corrupción, se ha estrellado de frente con el muro de complicidades políticas de la oligarquía hondureña en todas sus manifestaciones.

Tres tipos de procesos inmediatos -el golpe de Estado del 2009, el mega-fraude electoral del 2013 y el actual vórtice del IHSS- han creado todo tipo de frustraciones entre las diversas capas sociales. Y todo esto en medio de una descomunal violencia y matanzas casi diarias. Las instancias internacionales sólo han demostrado ser un vínculo retardatorio para darle oportunidad de recomponerse al sistema político del patio, que a punta de nuevos impuestos exprime al precario impulso económico de la clase media y que, propone como solución de estabilización la militarización de todos los ámbitos de ciudadanía.

Si esta vez no se entra en una reflexión exhaustiva de lo ocurrido, dada la forma en que se han desarrollado los hechos, bien podemos afirmar que estamos en un país suicida al que nadie convencerá para que no salte de la cornisa.

F.E.

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