jueves, 25 de junio de 2015

Rubén Izaguirre - Honduras.



Es difícil dejar de asociar a Rubén con las innumerables iniciativas que Pez Dulce ha impulsado en forma de ediciones de libros y otras plataformas poéticas, mismas que han venido a difundir a una gran cantidad de voces -incluída la mía- que de otra forma hubiéramos permanecido inéditas por más tiempo de lo esperado o de lo razonable.

La generación de Casa Tomada en los noventas - a la que definitivamente pertenezco junto a Roberto Becerra, Víctor Saborío, Rebeca Becerra, Lety Elvir, Edgardo Florián, Diana Vallejo, Roberto Tinoco, Luis Méndez, Oscar Flores, Sue Laínez, Alfredo Poujol, Nora Becerra, Gema Silva, Marco Tulio Padilla, Antonio Calix, José Antonio Santos (ya fallecido), Lorena Depienne, Francesca Randazzo y otros compañeros que aleatoriamente llegaron al taller- tuvo como referente el permanente activar en torno a lecturas abiertas de poesía, y en ésto, Rubén, tiene mucho que ver, al encarnar junto a Víctor a la Editorial Pez Dulce y su desinteresado apoyo a publicaciones.

La poesía de Rubén se ha mantenido como una llama insondable, aún y cuando las borrascosas malidiscencias han querido apagarla o borrarla del mapa poético hondureño. Como un pequeño arroyo que erosiona a paso lento la piedra que se le opone, la poesía de Rubén sigue tan viva como al principio, cuando llegaba con sus breves sablazos a las reuniones de Casa Tomada. Así lo recuerdo y así sigo viviendo en sus imágenes.

Estos poemas forman parte de su poemario Nunca pude decirte adiós.


Prohibido el paso.

Ahora que te vi, recordé el letrero que hay en la terminal eléctrica
y el del cine y también ese molesto rótulo de aquella calle.
Por eso me he sentado en la banca de este parque
a ver cómo te pierdes en la oscuridad.


San Pedro Sula - Tegucigalpa.

Viajo veloz
en un gran autobús,
pero mi mente va más rápido.
Por ejemplo: ya besé a la joven
que va delante mío.
Y para que no sea un suplicio contemplar su belleza
la saco a bailar una pieza
aunque vaya dormida.

Quiere que nos casemos en París,
pero le repito
que este vehículo
sólo nos lleva hacia Tegucigalpa
y allí nos dejará para siempre.


Agosto, 2001.


Jorge Amado
fue enterrado
bajo un palo de mangos.

Entonces, no será un cadáver,
sino, una fruta que provenga
de la carne.


Domingo de clases.

Los ricos están en la escuela ecuestre
La clase media en el aeródromo
Los pobres en el estadio nacional
En misa, los más necesitados
Los poetas en las cantinas
Y los tristes están viendo caer la tarde
con una pistola en la cabeza.


1964.


¿Te acordás, Lourdes, te acordás
cuando decían que los cubanos
se comían a los niños
y un monstruo te devoraba las muñecas
en un sueño?

Gringos hijos de la gran puta.


Adiós Tegucigalpa.

Veo por última vez
la estatua del General Manuel Bonilla
que se yergue
en el Parque La Leona
y pienso lo mucho que voy a extrañar
a este viejo enfermo y desordenado
que se ha quedado a mi lado
esta última noche
a ver el cielo
estrellado.


Nunca pude decirte adiós.


Cuando vuelvas,
toca mi puerta.
Si no abro,
toca mis labios.
Si no hablo,
toca mis ojos.
Si no veo,
toca mi pecho.
Si no respiro,
reza por mí.


De pie en este paisaje.


Creo que no venías en mi camino
y esta espera es tan absurda
como buscar bondad en los seres humanos
o querer que a tu puerta
llegue, desde antiguo,
un hermoso monstruo marino.

Creo que ya no estaré aquí
por la tarde de mañana;
me iré a buscar
a otro siglo
el hogar
donde no puedas encontrarme.

Pocas cosas tienen sentido esta noche
y no sé, si aún, sigo en pie en este paisaje.


Un sueño.

Si sos vos,
despertame.


VIII

Ya para dormir,
Rubén ha puesto sus sueños
sobre la cama y, muy serio,
me ha dicho:

Papá, cuídelos, que nadie me los toque,
mire que aún no los termino.
Yo, ya vengo, sólo voy a tomar
un poco de agua
porque esta noche
les he prometido
llevarlos a conocer el mar.


Nocturno.


¿Dónde están las fotos que te tomé?
Otra vez me puse flaco
porque hace más de un año
que me alimento sólo de tu ausencia.
Pero te prometo que entraré al Reino de los Cielos
aunque sea para vivir en un pobre país,
pero sé que será el paraíso.
Ahora me pondré este suéter
que compré
porque era del color de tus ojos
y pensaré que todo el frío del mundo
algún día se acabará.


Rubén Izaguirre Fiallos, Tegucigalpa, 1970. Fundador junto a Víctor Saborío del sello editorial Pez Dulce. Sus libros publicados: Blanco, 1918, Viva la libertad, Cantos, Cartas a Rosario, Palabras a Lucía, Los días negros, Nombres y Nunca pude decirte adiós.

2 comentarios:

Moisés Pascual dijo...

Rubén Izaguirre es un poeta de primera, lástima que no se le conozca por estos lares, como muchos otros, mal de nuestros países, pero tiene una fuerza, la fuerza de los grandes poetas del futuro, alimentado de sencillez y cotidianeidad. Me identifico, me atrapa, me regala trascendencia, fragilidad tierna, nostalgia de infancia y juventud,,y un dolor inocente y fiero, que me conmueve, humano, univeral. Su poesía debe ser más conocida. Mis saludos. Honduras es grande por sus poetas, no por sus sátrapas disfrazados de democratas liberales, ladrones y asesinos.!Viva la poesia, viva la vida!

ariana vatum dijo...

Con mucha tristeza leí entre la introducción que el poeta José Antonio Santos falleció. ¿Cuándo y cómo? Perdón por salirme del tema.