martes, 18 de septiembre de 2012

Dos visitas al centro

Hay un enorme nudo de carros en las intersecciones que conducen a la peatonal. Dos patrullas policiales escoltan a un bus de la Escuela Americana de Tegucigalpa. Los policías bajan una cuadra antes del MIN (Museo de la Identidad Nacional) donde se muestra la Bienal de las Artes Contemporáneas de Honduras 2012. Aseguran el área. Los lechosos lechones de la clase privilegiada de Honduras bajan uno a uno, tomados de la mano, casi saltan como si las aceras fueran brasas. Se les ve terror cuando la gente los ve. Parlotean nerviosos en inglés. Es su primera vez en el centro de la capital, han bajado a la botella rota de Sosa en el centro del cráter más perdido de la luna. Los policías limpian las calles, detienen toda sombra. Los niños ya entraron. La paz ha vuelto. Nada ha amenazado a los embriones de tiranosaurios.

II

Una inmensa revista se materializa frente a la Catedral de Tegucigalpa. Su reluciente cielo satinado deja caer una parvada de ángeles fashion. Es un matrimonio entre arcángeles y demonias versace. La boda del año está siendo filmada por un camarógrafo contratado. La jauría normal de transeúntes comienza a aglomerarse en torno al espejismo. Cada roce de vestido deja un halo de los 1,500 dólares que debe costar la prenda. El camarógrafo hace lo imposible por evitar que entren a cuadro las expresiones de estupor de la concurrencia espontánea. Toda la turcada ha decidido asistir a la boda y de paso conocer lo exótico del centro. La policía acordona el área, toma control del asombro. Algunos comienzan a gritar y a perderse, la gente los regresa como quien conduce a una piara de cerdos rosados a su porqueriza de mármol. La novia mira alrededor y se pregunta cómo fue que se dejó llevar por esos caprichos antropológicos de su suegro ¡Venirse a casar al centro y despreciar la Basílica de Suyapa! ¡Qué naco! El camarógrafo capta ese instante infinitesimal en que la novia se asquea y retoma la compostura. Verdi comienza a sonar. El camarógrafo improvisa ante el rostro de Juana que pega la nariz al lente... se siente Fellini.

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