viernes, 6 de julio de 2012

Treno - Samuel Trigueros


TRENO
por Isi Obed Murillo



Todo ocurre en silencio.

El autobús va hasta el tope.
Rostros abotagados por el sueño.
En los parlantes
          una voz vende la franquicia del cielo.
Pláticas ruidosas.

Pero todo ocurre en silencio.
Fogonazos de vida
corren hacia el pasado afuera de la ventanilla,
hacia ese único instante.

Una estación en la memoria:
a la derecha una malla metálica
                y disparos,
                    ráfagas;
a la izquierda una motocicleta en llamas,
               cuerpos confusos,
una bala que sale de su boca de fuego,
     corta el aire,
              pasa por un rombo de la malla,
                      entra en tu rostro adolescente
                                 y sale.
Atrás deja
tu cráneo roto por la sombra.

Pero todo esto ocurre en silencio,
adentro de una nube de gases.

Los pasajeros van hacia el olvido
    como sus pláticas,
    como la voz que ofrece en oferta el cielo.

No estamos en un lugar.
Estamos en el instante en que tu mundo
               desaparece,
estamos en tu silencio, Isi,
       adentro de la muerte.

En silencio,
el tiempo ha comenzado a construir tu monumento:
un obelisco hueco donde estamos:
Afuera
      ecos,
      el asesino rumor de un tiempo desgastado;
adentro,
           donde cayó tu sangre,
              cuerpos tendidos en la oscuridad
     miran tus luces en lo alto.

Pero no estamos en un lugar;
estamos en un instante,
en el instante en que tu mundo
se une a lo desconocido,
en el instante de tu muerte
y te cubrimos de claveles rojos, Isi,
te cubrimos de rabia y de ternura,
te cubrimos, Isi,
de silencio,
te cubrimos, te cubrimos.

Estamos en la estación interminable
de donde nunca pasas.
El autobús se marcha
y aquí estamos
una vez más:
Ahí la malla metálica,
           atrás la sombra,
de este lado el pueblo.
Pronto saldrá,
         otra vez,
de aquel fusil la bala.
Debemos apresurarnos, Isi,
                       cruzar la calle,
    encontrarnos con las ráfagas de Historia,
flamear una vez más los gritos libertarios.
El autobús se lleva mi fantasma.
Yo me quedo, compañero.
      Muchos nos quedamos,
hombro a hombro en la batalla.

Samuel Trigueros
(Del libro inédito "EXHUMACIONES")

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