jueves, 10 de febrero de 2011

En Tiro todos amaban estrujar caracoles - Fabricio Estrada


Tampoco es que las noticias
hacen que olvide mis crímenes primeros.
He sido recolector de cadáveres
como en Tiro, el pescador hambriento,
estrujaba púrpura para los reyes.
No es la mañana suficiente
para un sol que lo desborda todo,
así, el ardor de aquellos días
cuando preciso
describía el músculo y el hueso
la raíz y el nervio
el polvo resumido en los oídos
y el pensamiento anulado por el viento.
Quizá mi suerte fue lenta arboleda
que lo enreda todo
y quizá he mostrado
demasiado deprisa mis claves.
Todos aman que el animal se asfixie
y que en su piel salten peces estremecidos.
Aman la certeza del último paso
pero mueren de sed
cuando el animal se libera.
La lengua desaparece de las sonrisas
y los ojos se borran
como un mural antiguo que
-oculto por miles de años-
recibe el oxígeno brusco
de alguien 
o de algo
que disperso
ha comenzado a vivir.

F.E.

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