jueves, 27 de mayo de 2010

Pavese vino a Honduras antes que al poema


Y seguirán matando. Continuarán subiéndose a los techos y seguirán conversando en los cafés

seguirán honestos e implacables y la muerte tendrá sus ojos.


Ojos cubiertos para el sol, ojos en las esquinas de todos los barrios, ojos de curas cuando suben el cáliz ojos que leen las notas rojas con satisfacción.

Y seguirán matando, apuntarán sin recato, la mirilla en el pecho blando del tordo y la muerte tendrá sus ojos.

En las salas de los abogados brillan los marcos del título universitario. Un cenicero es de cristal de Bohemia y la pluma con que se firma la condena es bañada en oro, del oro arrancado a los dientes del que grita del que aguanta.


A media tarde el asesino entra al baño y medita. Abre un libro con páginas de espejo. Sonrie: "y sí caramba, la muerte tendrá mis ojos".
El diablo, sigue bailando sobre las colinas.


F.E.


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