jueves, 11 de febrero de 2010

Zizec respecto a la ideología

El mensaje duro de la propaganda golpista se basa en cacarear la "normalidad" y la "paz" del nuevo gobierno. Y bien, la mayoría de las personas que repiten como loros esta aseveración, son las que por décadas se han alimentado de esos mensajes residuales que, precisamente, queda flotando como restos de la gran mordida que ha dado el tiburón, es decir, el mensaje duro (en este caso: "Chávez quería apoderarse de Honduras", "Hemos defendido la Democracia", "Detuvimos al comunismo").

Al igual que rémoras, esa población alienada, mastica sin césar las sobras comunicacionales -fríamente ideológicas- de las grandes corporaciones, y así, llena su expectativa ciudadana por un buen rato, aderezando el bocadito con las expresiones "aquí no se trata de ideologías: se trata de Honduras", "hay que reconciliarnos sin ideologías de por medio"... Pues para entrarle con más propiedad al asunto, aquí dejo lo que reflexiona Zizec de la ideología.

F.E.


"En relación con la religión (que, para Marx, era la
ideología por excelencia), Hegel distinguía tres momentos: la doctrina, la
creencia y el ritual; resulta tentador disponer la multitud de nociones
asociadas al término “ideología” alrededor de estos tres ejes: la ideología
como complejo de ideas (teorías, convicciones, creencias,
procedimientos argumentativos);

la ideología en su apariencia externa,
es decir, la materialidad de la ideología, los Aparatos Ideológicos de
Estado (AIE); y, finalmente, el terreno más elusivo, la ideología
“espontánea” que opera en el centro de la “realidad” social en sí (es
altamente cuestionable si el término “ideología” es en alguna medida
apropiado para designar este terreno: un buen ejemplo de esto es el
hecho de que, en relación con el fetichismo de la mercancía, Marx nunca
haya utilizado el término “ideología”).

Recordemos el caso del liberalismo: el liberalismo es una doctrina (desarrollada desde Locke hasta Hayek) materializada en rituales y aparatos (la prensa libre, las
elecciones, el mercado, etc.) y activa en la experiencia “espontánea” (de
sí mismos) que los sujetos tienen como “individuos libres”.


"La noción básica de Ducrot es que no se puede trazar una clara línea de
separación entre los niveles descriptivo y argumentativo del lenguaje: no
existe el contenido descriptivo neutral; toda descripción (designación) ya
es un momento de algún esquema argumentativo; los predicados
descriptivos mismos son, en definitiva, gestos argumentativos
reificados/naturalizados".

"Aquí también deberíamos mencionar a Michel Pêcheux, quien le
imprimió un giro lingüístico estricto a la teoría althusseriana de la
interpelación. Su obra se centra en los mecanismos discursivos que
generan la “evidencia” del Sentido.

Es decir, una de las estratagemas fundamentales de la ideología es la referencia a alguna certeza manifiesta: “¡Mira, puedes ver por ti mismo cómo son las cosas!”.
“Dejemos que los hechos hablen por sí mismos” es quizás el
archienunciado de la ideología: la cuestión es, precisamente, que los
hechos nunca “hablan por sí mismos”, sino que una red de dispositivos
discursivos los hace hablar. Basta recordar la conocida película
antiabortista The Silent Scream [El grito silencioso]: allí “vemos” a un feto
que “se defiende”, que “grita”, etc.; y, sin embargo, lo que “no vemos” en
este acto mismo de ver es que “vemos” todo esto contra el fondo de un
espacio preconstruido discursivamente.

La mayor fortaleza del análisis del discurso reside, quizá, precisamente en la respuesta a esta pregunta:
cuando un inglés racista dice “¡Hay demasiados paquistaníes en
nuestras calles!”, ¿cómo –desde qué lugar– “ve” esto? Es decir, ¿qué
hay en la estructuración de su espacio simbólico que lo haga percibir
como un exceso perturbador el hecho de que un paquistaní camine por
una calle de Londres? En otras palabras, aquí debemos tener presente
el lema de Lacan de que nada falta en lo real: toda percepción de una
falta o un exceso (“demasiado poco de esto”, “demasiado de aquéllo”)
siempre supone un universo simbólico".


"Lo que sigue es el paso del en sí al para sí, a la ideología en su
exteriorización/otredad: el momento sintetizado por la noción
althusseriana de AIE que designa la existencia material de la ideología
en prácticas ideológicas, rituales e instituciones.

La creencia religiosa,por ejemplo, no es meramente –ni siquiera principalmente– una
convicción interna, pero la Iglesia como institución y sus rituales (la
oración, el bautismo, la confirmación, la confesión) lejos de ser una mera
exteriorización secundaria de la creencia interna, corresponden a los
mecanismos mismos que la generan. Cuando Althusser repite, citando a
Pascal, “actúa como si creyeras, ora, arrodíllate, y creerás, la fe vendrá
por sí sola”, delinea un mecanismo reflexivo intrincado de
fundamentación “autopoiética” retroactiva que excede de lejos la
afirmación reduccionista de que la creencia interna depende de la
conducta externa.

Es decir, la lógica implícita de su argumento es la siguiente: arrodíllate y creerás que te arrodillaste a causa de tu creencia;o sea, respetar el ritual es una expresión/efecto de tu creencia interna;
en resumen, el ritual “externo” genera performativamente su propio
fundamento ideológico".


"La noción marxiana de “fetichismo de la mercancía” es un buen ejemplo de esto:
designa no una teoría (burguesa) de la economía política, sino una serie
de presupuestos que determinan la estructura de la práctica económica
muy “real” del intercambio en el mercado; en teoría, un capitalista se
aferra al nominalismo utilitario, y sin embargo, en su propia práctica (de
intercambio, etc.) sigue “caprichos teológicos” y actúa como un idealista
contemplativo...21 Por esa razón, una referencia directa a la coerción
extraideológica (del mercado, por ejemplo) es un gesto ideológico por
excelencia: el mercado y los medios (masivos) están interrelacionados
dialécticamente; vivimos en una “sociedad del espectáculo” (Guy
Debord) en la que los medios estructuran de antemano nuestra
percepción de la realidad y hacen la realidad indistinguible de su imagen
“estetizada”.

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