domingo, 28 de febrero de 2010

Chile en el alma

¡Detesto que las imágenes de todo desastre natural se centren en los daños a la infraestructura!! ¿Acaso no ven cómo salen a rastras los humanos??????????????? ¡Aparecen autos desrtripados o panza arriba como si de seres vivos se trataran! Imagino que la intención es que el espectador diga: ¡Y ni siquiera habían pagado todas las letras del crédito!

Lo que ha pasado en Chile es definitivamente un colmo difícil de asimilar después de lo ocurrido en Haití. La graduación de los terremotos va en ascenso y ese 8.2 Richter lo demuestra, además de haber sido acompañado por un tsunami devastador. ¡Pero caramba!! No son los puentes, ni los edificios, ni los autos destruidos lo que importa: es la vida humana en su terror esencial, todos esos gestos que la televisión no considera pérdida auténtica. Las cifras de muertos alcanzan hasta este día 300 personas, es decir, 300 historia, 300 amores infinitos, 300 sueños ansiosos por empezar de nuevo. Así como la cifra de 250,000 haitianos muertos en el terremoto de Puerto Príncipe queda en la frivolidad de las estadísticas noticiosas, de la misma forma debemos recordar -sobre todo en Honduras- que el orgullo y la dignidad se nos ha venido conformando con la presencia -muchas veces ya- de 250,000 personas protestando en las calles en una sola marcha.

Esa es la dimensión del horror verdadero, todo lo que se pierde con tantos, con pocos o con sólamente una persona que exista bajo el sol y que contemple con plenitud la vida.

Pienso en mis amigos de Chile, telúricamente los siento.


F.E.

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