miércoles, 10 de diciembre de 2008

Clowns, la risa interminable, Beatriz Seibel


Existen desde los primeros rituales de todas las culturas y trocaron en arte el oficio de hacer reír. Un libro reciente es la ocasión que elige la historiadora Beatriz Seibel para seguir a los payasos argentinos del picadero a la televisión y Claudio Gallardou homenajea en clave poética a los cómicos populares.


BEATRIZ SEIBEL / (c) CLARIN


La búsqueda en Internet es sencilla, se obtienen inmediatamente los resultados: aproximadamente 34.700.000 de clown. Fuera del espacio virtual, ¿dónde están los payasos hoy y aquí? En teatros, circos, colegios, hospitales, en la calle, en centros comerciales, en televisión, radio, cine, en talleres de clown, en festivales internacionales. Chacovachi acaba de regresar del Encuentro Internacional de Payasos de Río de Janeiro Anjos do Picadeiro (Angeles del Picadero), invitado para intercambiar con colegas como el celebrado Leris Colombaioni de Italia o Azziz de México. En París, el jueves comienza el 28ø Festival del Circo del Mañana, que tiene un destacado lugar para los clowns de todo el mundo (www.cirquededemain -paris.com).

También están en los libros. Jorge Grandoni hace la compilación y entrevistas para Clowns. Saltando los charcos de la tristeza (Libros del Rojas). Allí se publica un ciclo de conferencias organizado por Cristina Martí en 2005 y numerosas entrevistas. Desde el testimonio del recordado Clú del Claun de la década de 1980, hasta los artistas actuales, muy experimentados o más jóvenes, que exponen las variantes en la formación, las modalidades de trabajo, algunas actividades solidarias como Clowns No Perecederos, Payasos sin Fronteras o Payamédicos, que el 16 de diciembre hizo su IV Payamarcha del Amor y la Alegría, "para que caigan los muros". Daniel Casablanca cuenta su experiencia a través del grupo creado en 1985, Los Macocos; grupos más recientes narran sus avatares. Docentes, artistas, directores, autores; la mayoría ejerce varias posibilidades y no pocos viven de sus clases.

Claudio Martínez Bel, Enrique Federman, Marcelo Katz, Guillermo Angelelli, Cristina Martí, Cristina Moreira, Raquel Sokolowicz y quien esto escribe, entre otros, aportamos al libro, junto a nuevas generaciones. En Brasil, O elogio da bobagem, Palhaos no Brasil e no Mundo de Alice Viveiros de Castro, es un espléndido libro de 2005, con bellas fotos en colores, que cuenta la historia comenzando con la risa y los ritos en Egipto, para llegar a los payasos del siglo XXI. Entre nosotros, la comicidad se presenta en los más diversos ámbitos: en las salas actúan grupos como La Banda de la Risa con obras de teatro, y su director Claudio Gallardou, es convocado para régie de ópera, coreografía de ballet, zarzuela o comedia musical. Un payaso de familia circense y excelente actor como Marcos "Bicho" Gómez, integrante de ese grupo, actúa en circo, teatro, radio o televisión. María José Gabin, Karina K, Edda Díaz, Henny Trayles, entre muchas otras, cultivan el humor de las mujeres en el teatro.

Y están Pinti, Gasalla, Perciavale, y los cómicos de provincias, que desarrollan su arte peculiar, como el famoso humor cordobés. Y están los eventos, como el Festival Carcajada que organiza Nani Cogorno, y las terapias de la risa, con Risaterapeutas que el 8 de mayo celebran el Día Mundial de la Carcajada.Los payasos existen desde los primeros rituales de todas las culturas, en Oriente y Occidente, y en América, entre los mayas y entre los onas de Tierra del Fuego. La antropóloga Anne Chapman llama payasos a personajes cómicos del ritual del hain como Halaháches, grotesco panzón, de máscara blanca y largos cuernos de arcos, el único que puede desafiar a la poderosa Xalpén, la diosa infraterrestre más temida, y burlarse de ella impunemente. En los rituales están los elementos básicos de todas las teatralidades, el movimiento, la voz y la música, y los opuestos cómico y dramático.

El término clown, cuya traducción es payaso, proviene de la deformación del inglés "clod", campesino, bobo. En el circo moderno, desarrollado en Londres desde 1770, es el personaje creado en la pista por un acróbata cómico, que intenta hacer equilibrio sobre un caballo al galope y finge caerse, como un campesino bobo.En Argentina, desde 1757 aparecen los volatineros —los que vuelan— que vienen de España con pruebas, equilibrios, y el "gracioso"; en 1835 ya están las primeras compañías de volatineros criollos. Hoy, el "Bicho" Gómez se disfraza de Floricienta, pero ya en 1841 el payaso William Brown hace un número en zancos disfrazado de mujer con un niño en brazos, bailando la "pieza inglesa". La historia de los clowns en el siglo XIX muestra las diferentes modas: clown a caballo, clown acróbata, clown actor o "Shakespeare- jester" (bufón de Shakespeare) que hace monólogos, chistes y canciones satíricas, clown cantor, clown músico, con sus instrumentos inventados con objetos estrafalarios.

En Buenos Aires, en 1884 se encuentran en la misma pista el clown inglés Frank Brown y el clown criollo José Podestá —Pepino 88—, dos famosos payasos nacidos en 1858, uno en Brighton, Inglaterra, y otro en Montevideo, Uruguay. Y allí se estrena la pantomima Juan Moreira, con Podestá como protagonista dramático, que da origen al florecimiento del teatro argentino del siglo XX. Podestá y Brown presentan pruebas acrobáticas, además de sus entradas de payasos. En el circo todo parte de la acrobacia y el payaso es el que sabe todo, porque hace la parodia de las otras disciplinas. Esto puede apreciarse en la película El circo de Chaplin, donde el payaso muestra su arte de equilibrista.

Brown y Pepino están en la categoría de clown actor; Podestá se acompaña con su guitarra en canciones satíricas y su famoso monólogo El credo, que comienza, "Creo en el poder mágico del Dios Oro...", sigue vigente por el momento y fue alguna vez censurado. El estilo de Pepino 88 se prolonga en el siglo XX, en los monólogos de los cómicos populares, en la revista y en la radio.

Hacia 1920 las vanguardias teatrales europeas se interesan especialmente por los payasos. Opuesto al realismo por su traje, su maquillaje, su gestualidad y su discurso, sin decorados, con objetos extravagantes, el payaso despierta pasión. De Meyerhold a Brecht, Eisenstein y Copeau, se admira el juego con el lenguaje, la manipulación demencial de objetos, la imagen grotesca de un mundo trastocado. En la renovación dramática de la segunda mitad del siglo XX, Beckett escribe Esperando a Godot para un admirado clown alemán amigo suyo. Desde Los Macocos hasta el payaso Mala Onda, de Cristina Martí a Chacovachi, todos hacen cosas diferentes. La corriente milenaria de la risa los arrastra por distintos espacios.

Ya sea varieté, cabaret, circo, ópera, ballet, teatro o calle, se llame payaso, clown, comediante, humorista, cómico o cómica, la risa sigue atravesando los muros.

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